top of page

Su vida

Francisco Palau Quer, ocd, de Jesús María José, OCD., nació en Aitona (Lérida), el 29 de diciembre de 1811. Murió en Tarragona, el 20 de marzo de 1872.


Seminarista en Lérida (1825-1832), novicio y profeso en el Carmelo Teresiano de Barcelona (1832-1835). Quemado su convento de San José de Barcelona, vivió el resto de su vida el conocido fenómeno español de la “exclaustración” y las atrocidades de una época revolucionaria que le permitieron la regularidad de la vida conventual, extinguidas las Órdenes religiosas en España. Fue ordenado sacerdote en Barbastro (2 de abril de 1836) en tiempo de clandestinidad. Sus primeras actuaciones como sacerdote fueron en su pueblo natal como auxiliar del párroco, alternando con tiempos de soledad y oración en la conocida como “Cueva del P. Palau” a unos 2 kms. de Aitona, hoy santuario al aire libre presidido por la imagen de la Virgen del Carmen.


Ejerció el ministerio sacerdotal (predicación y atención espiritual) en la subdelegación apostólica de Cataluña con entrega incondicional y sin abandonar su vida oración y penitencia, lo que le valió el nombramiento de Misionero Apostólico por parte de varios prelados catalanes (1839-1840, título que le sería concedido en 1854 por la Congregación de Propaganda Fide).
Tras el final de la primera guerra carlista, se exilió en Francia, no con el grueso del ejército sino con un minúsculo grupo de ocho personas, entre las que figuraba su hermano Juan Palau. Permaneció diez años largos en suelo francés en las diócesis de Perpignan y Montauban. Escribió sus obras Lucha del alma con Dios (Montauban 1843) y los tratados latinos englobados bajo el título Quidditas Ecclesiae Dei…(1845-1846, inédito). Ambas obras son exponente del amor apasionado de Palau por la Iglesia y por la defensa de “su causa”.


Regresó a España en abril de 1851, quedando incardinado en la diócesis de Barcelona, con amplia acogida del obispo José Domingo Costa y Borrás, que le urgió a enrolarse en el plan pastoral por él creado. Le nombró director espiritual de los seminaristas ordenandos y acompañó también al grupo de estudiantes filósofos. Creó y dirigió en la parroquia de san Agustín, cerca de las Ramblas, la Escuela de la Virtud, catequesis para adultos (1851), presidida por la Virgen del Carmen, Nuestra Señora de las Virtudes. Escribió y publicó el texto para los alumnos Catecismo de las Virtudes (1851-1852), compendio del tratado de las virtudes según la Summa de Santo Tomás de Aquino. El éxito sorprendente y progresivo de la Escuela le sugirió la creación de una segunda sección, que completara la formación y creó un segundo programa con 52 proposiciones sobre las ideologías y movimientos candentes de la época. La Escuela de la Virtud fue clausurada en 1854 acusada de enardecer las insurrecciones obreras y de originar la primera huelga en Barcelona. El padre Palau fue desterrado a Ibiza y residió en Es Cubells (parroquia de San José). Su profunda devoción mariana, le llevó a edificar un sencillo oratorio dedicado a la Virgen del Carmen de las Virtudes, que pasaría a ser el primer Santuario mariano de la Isla ibicenca. Su destierro finalizó en 1860 al ser reconocida su inocencia por decreto real de la reina Isabel II.


Ese año 1860 marca hito en la vida y proceso espiritual-eclesial de Francisco Palau, con base en la Biblia, en los Santos Padres y Doctores de la Iglesia y en la espiritualidad carmelitana, particularmente en la tradición Eliana y en el Castillo interior o Moradas Santa Teresa de Jesús. 


Él mismo confiesa, rememorando la trayectoria de su vocación y las circunstancias convulsas que la violentaron, que fue Santa Teresa quien le llamó a su Orden para hacer una nueva fundación Carmelitana y Teresiana, que se definiera “misionera”, así nacieron la institución de Terciarios carmelitas de la Congregación de España, Hermanos y Hermanas de la Virgen del Carmen y Santa Teresa de Jesús (1860-1861), en la actualidad (desparecida la rama masculina): Carmelitas Misioneras Teresianas y Carmelitas Misioneras.


Francisco Palau es un modelo singular y carismático en la espiritualidad cristiana al vivirla y presentarla como amor apasionado y entrega incondicional a la Iglesia de prójimos (espiritualidad eclesial, espiritualidad misionera, espiritualidad de projimidad): cada prójimo le pone rostro vivo a la Iglesia a la que amar y servir. Y, en esta espiritualidad, María y la Eucaristía entran como figura perfecta de la Iglesia y misterio de unidad y comunión que edifica la Iglesia. Sus libros Mis relaciones con la Iglesia y La Iglesia de Dios figurada por el Espíritu Santo en los Libros Sagrados contienen lo más nuclear de su experiencia y magisterio.


Hombre de sufrimiento, ha sido calificado al declarar su virtudes heroicas como santo que supo lo que es sembrar y no recoger (Declaración de sus virtudes heroicas). Ermitaño y Apóstol, fue hombre polifacético: guía espiritual, escritor, publicista, misionero, exorcista, fundador, creador y director del periódico El Ermitaño, semanario caracterizado por la lucha con el maligno y su poder corruptor en el individuo, en la sociedad y en la historia.


Fue beatificado por San Juan Pablo II (Roma 24 de abril de 1988)

Para profundizar más...

Pincha aquí
bottom of page