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En la Iglesia, la carmelita misionera tiene una función primordial: ser signo visible, expresión profética de la comunión con Dios y con los hermanos, que toda la Iglesia está llamada a vivir y a la que tiende como a su meta final. Su presencia y misión dentro del Cuerpo Místico de Cristo, se caracteriza por ser signo auténtico de comunión.

 

La actividad misional forma parte especial del carisma de nuestra Congregación reconocida por la Iglesia con el título de "misionera", legado de nuestro Fundador. Por ello procuramos mantener viva esta ilusión, intensificar nuestra presencia activa en los campos de misión y atender rápidamente las llamadas de la jerarquía en ayuda de las iglesias jóvenes.

 

El trabajo en países de misión concretiza, en suma, uno de nuestros más profundos ideales: el de ser enviadas por Jesús, testigos de su Reino, luchando al mismo tiempo contra el hambre, la ignorancia y la enfermedad, buscando el desarrollo integral para las gentes del llamado tercer mundo.

 

Además del testimonio de nuestra vida comunitaria, ejercemos la pastoral de la espiritualidad, colaborando en la dirección de centros de espiritualidad, y dirigiendo grupos, jornadas y cuantas actividades sirvan para fomentar esa presencia de Dios , única fuerza capaz de transformar luego la propia vida.

Misión

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