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Francisco Palau fue escritor. Su motivación arranca de sus exigencias pastorales y del deseo de defender, anunciar y expresar su amor incondicional a la Iglesia. La característica más destacada de sus escritos, la que más representa su estilo de pensar, es la expresión figurativa. La última razón de sus escritos radica en el movimiento interior que le impele a forjar fórmulas vitales y plasmarlas en consonancia con su modo de pensar y de ver el mundo que le rodea.

Sus escritos son de una soberana libertad, tanto en lo que se refiere a la despreocupación literaria como a la ordenación de las ideas y al desarrollo lógico. Su exposición sigue un una especie d de orden connatural al ritmo del pensamiento o de su experiencia en cada momento. Es el proceso genético que dominante en las páginas más autobiográficas y en las de tipo doctrinal. Mención especial merece las páginas de índole autobiográfica recogidas en su epistolario, Cartas y en Mis Relaciones con la, diario íntimo Iglesia.

Logró, sin embargo, componer páginas originales que ocupan lugar privilegiado en la literatura religiosa y espiritual del siglo XIX español. Sus obras son: Lucha del alma con Dios; La vida solitaria; Catecismo de las Virtudes; Mes de María; La Escuela de la virtud vindicada; La Iglesia de Dios figurada por el Espíritu Santo; y otras. Mención especial merecen Las 169 piezas reunidas en el epistolario son fuente insustituible para conocer y comprender al P. Francisco Palau. Ha sido considerado exorcista por la arriesgada y azarosa actividad en favor de los marginados que acudían a su residencia de Santa Cruz de Vallcarca (Barcelona).

Sus Obras

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